La piel constituye el 20% de nuestro peso y tiene una superficie de 1,75 metros cuadrados para una persona media. Transporta más de 150 litros de sangre y 11 litros de agua al día. No hace falta decir que este órgano tiene una importancia crucial en nuestra vida diaria, y que es mejor conocer el tipo de piel para cuidarla bien. La piel es nuestra protección contra el mundo exterior: es sensible al estrés, a las condiciones climáticas, a la contaminación y a menudo se ve agredida por un mal afeitado. Otros factores, como la alimentación, el consumo de alcohol, la cafeína o el cansancio, también tienen un efecto directo sobre el aspecto de la piel y su regeneración.
Además de su función protectora, la piel también regula la temperatura corporal a través de la transpiración, pero también mediante la dilatación de los vasos sanguíneos. Se renueva por completo aproximadamente cada mes.
Las glándulas sebáceas, que producen sebo, se encuentran en toda la piel. El sebo es una protección natural contra las agresiones externas, y también tiene una función nutritiva. Sin embargo, esta producción de sebo debe estar equilibrada, o pueden producirse problemas en la piel. Si la glándula sebácea se obstruye, la piel queda con granos, infecciones y puntos negros. Las zonas más sensibles de la piel son la cara y el cuello porque son las que tienen más glándulas sebáceas, especialmente en la zona T (el área que rodea la frente y la nariz). Estas zonas necesitan aún más cuidados porque se afeitan con frecuencia; un mal afeitado puede dañarlas.
Cada tipo de piel necesita un cuidado especial. Pero, en primer lugar, tienes que ser capaz de determinar tu tipo de piel.
Pieles grasas
Las glándulas sebáceas producen más sebo del necesario en las pieles grasas, obstruyendo los poros y provocando granos y puntos negros. A menudo pensamos que debemos secar la piel en este tipo de casos, pero esto sólo le diría a la piel que produzca aún más sebo para compensar. Exfoliar demasiado la piel tiene el mismo resultado: al estimular demasiado las glándulas sebáceas, éstas producirán más.
Si tienes la piel brillante, muchos puntos negros y los poros muy dilatados, probablemente tengas la piel grasa. Para cuidarla, lo mejor es limpiarla por la mañana y por la noche con un jabón suave que no desnude tu piel, sin frotar demasiado para no estimular las glándulas sebáceas. Es bueno evitar sobrecargar la piel con productos para que pueda respirar correctamente. Después del afeitado, se aconseja aplicar un gel para después del afeitado.
Pieles secas
Causada por una producción insuficiente de sebo, la piel seca se caracteriza por la tirantez. La piel se deshidrata fácilmente y muestra las arrugas con mayor facilidad. Para cuidarla, se recomienda utilizar cremas ricas en aceites vegetales. Para limpiar la piel, se recomienda el uso de jabones supergrasos.
Pieles sensibles
Las pieles sensibles son propensas a sufrir picores, rojeces, inflamaciones, etc. Son muy reactivas a las toxinas, al estrés, a la falta de ejercicio y de sueño. Nunca hay que aplicar productos demasiado grasos, demasiado secos, demasiado calientes o demasiado agresivos. Es bueno utilizar jabones hipoalergénicos. Después de la limpieza por la mañana y por la noche, aplique una crema que contenga aceites esenciales con propiedades calmantes.
Pieles maduras
No hay edad para tener una piel madura. La piel madura presenta signos de sequedad y arrugas. Cuando limpies tu piel o te apliques una crema, recuerda utilizar movimientos circulares y masajear bien la piel para activar el flujo sanguíneo y la oxigenación celular. Esto debería ayudar a retrasar el envejecimiento de la piel.